miércoles, 15 de mayo de 2013

Pesadillas

A veces siento cómo mi cuerpo se colapsa, se llena de energía negativa, pensamientos que me frustran y mi cabeza es incapaz de gritar ¡Para!

Despierto inquieta, nerviosa, con el corazón a mil... Otra vez esas horribles pesadillas, cada noche una distinta, otras veces incluso más de una. Eso hace que pase el día ausente, distraída y con la mente en otro lado, como si las pesadillas se metieran en mi mente me robaran la felicidad de mi cuerpo y me sintiera perdida. Entonces, en ocasiones, lucho contra ello, pinto una sonrisa en mi cara, hago caso omiso a esa pena que me invade e intento volver a dormir con la esperanza de calmarme y comenzar el día con buen pie, hay días que lo consigo, pero otros...

Hoy he decidido ir en busca de la felicidad robada durante la noche, por ellas, por mis pesadillas. He abierto los ojos despacito, pensando en que el día podría mejorar, alguien ha abierto la puerta, ÉL.

- ¡Buenos días! Ya era hora de que despertaras.
- ¿Qué hora es? - digo desorientada.
- Las doce y media, has dormido demasiado, ¡Vamos arriba dormilona! Yo te preparo el desayuno.

Y su dulzura, su sonrisa y esa tranquilidad que transmite me llenan de vida, nada puede ir mal ¡no! me repito una y otra vez a mi misma. Y con una sonrisa amanece el día, mi día.

Desayuno tranquila y la mañana pasa despacio a su lado pero tengo que irme a casa, el deber me llama y tengo demasiadas obligaciones que llevar a cabo y ÉL me lleva, con su sonrisa y su tranquilidad me desea un buen día y me abraza. Eso para mí es uno de los mayores placeres de este mundo, hace que me sienta pequeñita en sus brazos y eso me inunda de felicidad. Me da un beso y se marcha.

La tarde pasa tranquila, mantenerme ocupada impide que los pensamientos horribles ocupen mi cabeza, así que agradezco tener cosas que hacer. Sin querer se pasan las horas y anochece.

Son las 12 y media, me meto en la cama y vuelven la inseguridad y el miedo a esas pesadillas, intentaré dormir tranquila para así despertar mañana serena. ¡Pero qué poco me gusta dormir sola!, cierro los ojos e imagino su abrazo agarrada a mi almohada. - Mañana será un gran día, mañana será un gran día - repito en mi interior y en unos minutos, me duermo.

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